Mario comenzó hace 25 años la lucha por rescatar a su amada de las garras de un villano en las pantallas de ‘Super Mario Bros’, una andanza que cambió para siempre el universo del videojuego y que sigue cosechando éxitos de crítica y público gracias a las secuelas.
La industria del ocio interactivo había pasado un bache importante cuando, el 13 de septiembre de 1985, Nintendo sacó al mercado este título distinto, en el fondo y en la forma, a los productos que dominaban el sector y revolucionó el concepto de videojuego.
«Era un producto curioso y a la vez muy adictivo que marcó prácticamente todas las directrices de los juegos posteriores en el campo de las plataformas: sacó el concepto de la caza de estrellas, de la puntuación y del avance por distintos retos», explica el creador del título ‘Commandos 2’ y experto en videojuegos, Gonzo Suárez.
Mario ya existía antes del nacimiento de ‘Super Mario Bros’: su personaje aparecía en ‘Donkey Kong’ (1981), un título para máquinas recreativas protagonizado por un gran gorila que secuestra a la amada del plomero, llamado entonces ‘Jumpman’, y le hace la vida imposible lanzándole toda clase de objetos.
«La gracia y el carisma» del pequeño héroe robaron protagonismo al gorila y le catapultaron a convertirse en un «fenómeno global» y, por supuesto en el emblema de Nintendo, indicó Suárez.
Su aspecto -gran gorro, overol, camiseta, guantes y enorme bigote- respondía a limitaciones tecnológicas que impedían desarrollar rasgos en un personaje tan diminuto. El plomero representa a un inmigrante italiano en Estados Unidos que se convierte en héroe por amor.
Como apunta el vocero de la exposición artística que puede verse ahora en Madrid ‘Érase una vez…Super Mario’, Miguel Espada, el plomero es el «paradigma del hombre mediocre», el «primer extra en morir en una película de acción», pero el destino y la mente preclara de Shigeru Miyamoto, su creador, quisieron que pasara a la historia siendo actor principal.
La propuesta de ‘Super Mario Bros’ consistía en atravesar plataformas plagadas de plantas venenosas y tortugas poco diplomáticas, aventurarse por tuberías que desembocaban en nuevos universos y conseguir tantas monedas como fuera posible en el camino para hallar a su princesa ‘Peach’ (Durazno).
A pesar del triunfo del videojuego, Miyamoto -que fue este año candidato al Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades- quiso ir más allá y explotar las posibilidades de ‘Super Mario’ con secuelas que, pese a proponer universos más simples que otros juegos, están tan «meticulosamente bien hechas», según Suárez, que no han encontrado rival en el mercado.
Son juegos de habilidad en los que no existe la competitividad directa ni la frustración, que huyen de la violencia y poseen un contenido y unos retos exquisitos. Siempre dan una vuelta de tuerca a lo que ya existe.
Son decenas de videojuegos los protagonizados por este personaje, pero los más destacados son el desarrollado para Nintendo 64, ‘Super Mario World’ y las dos entregas de ‘Super Mario Galaxy’.
Así, en estos 25 años Super Mario se ha enriquecido para mantener su frescura y ha conseguido que muchas generaciones lo tengan «metido entre ceja y ceja», como apunta el creador de ‘Commandos 2’.
Y la nostalgia es un valor incalculable en el mercado: «Cuando algo sobrevive tanto tiempo, surge en el jugador el apetito por revivir las vivencias del pasado. Mario posee el factor Dorian Gray», sostiene Suárez. Ningún otro personaje de videojuego ha conseguido algo similar.
El plomero bajito no se cansa de afrontar, una y otra vez los mismos peligros, ya sea en dos o tres dimensiones, en galaxias lejanas o en mundos submarinos.
Para esa repetitiva empresa, divertidísima e interminable, cuenta con el apoyo de su hermano Luigi y del dinosaurio Yoshi, con la inspiración de la princesa Peach y con la aspiración de acabar con la maldad de Cupa (Bowser).